Literatura y comida / El Prendes en “Arráncame la Vida” de Ángeles
El Palacio de Bellas Artes se muestra como un imponente edificio de poder y belleza; de símbolo y arte; de memoria y arquitectura.
Pero antes de que Adamo Boari lo diseñara y del legendario concierto de Juanga, en ese mismo sitio existió un restaurante que ha sido olvidado por el sonido del cilindrero y de las musas que nos vigilan desde la cumbre del Palacio. En 1892 abrió sus puertas “Prendes”, un restaurante que buscaba el recuerdo de Asturias, de donde sus fundadores eran originarios. Cuando arrancó la construcción del apoteósico Bellas Artes, en 1918, el restaurante tuvo que moverse a la calle 16 de septiembre, ahí mismo en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
A propósito de que Arráncame la vida ahora está en Netflix
Ángeles Mastretta habla de una Catalina rodeada de lujo e intriga, mezclados con el estricto protocolo de los cubiertos de principios del siglo XX. La sensación de no poder acabarse el filete enorme, y el prometedor pastel de chocolate con el que se escuchaban las risas de los comensales, eran los únicos problemas de nuestro personaje, antes claro, que su esposo el General Andrés Ascencio se convirtiera en su mayor prisión.
Pero el Prendes era mucho más que comida deliciosa. Era una olla en ebullición para los rumores de la alta sociedad aún afrancesada por un Porfiriato que todos extrañaban, aunque no lo dijeran. Las conversaciones en voces altivas, las risas escandalosas y los secretos perfumados en las mesas fronterizas. Era como estar en el centro de la galaxia donde todo sucedía y nada se escapaba de la atención.
Catalina recuerda el Prendes como si fuera ayer. La puerta giratoria, un portal hacia otro mundo, la recibía con un aire de sofisticación y eso le provocaba la cabeza alta y el porte de fineza. Los meseros, impecables en sus trajes, se movían con una elegancia protocolaria de antaño.
De manera irónica en el año 2016 abrió nuevamente sus puertas en el interior de otro palacio, uno más contemporáneo de compras, de perfumes, de tarjeta de crédito amarilla. El Prendes se fue a Polanco, al “palacio de los palacios” a continuar su legado de sesos a la mantequilla negra, escamoles a la hidalguense, gusanos de maguey, todos platos de la carta original.