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Literatura y comida / las pulquerías y cantinas de Poniatowska en “Hasta no verte, Jesús mío”

Una pulcata, una cantina o un teocalli en Tepito. Pulque, orines y escupitajos... y si, una novela de Elenita.
Literatura y comida / las pulquerías y cantinas de Poniatowska en “Hasta no verte, Jesús mío”

Por: Redacción / Fotos: Mediateca

Las cantinas me traen recuerdos de un México que ya no existe, un México de barrio, de aguardiente y de historias olvidadas. En las sufridfas páginas de "Hasta no verte Jesús mío" de la eterna Elena Poniatowska, las cantinas y las pulquerías cobran vida como un intruso, como un personaje más. Testigo silencioso de penas y alegrías de una guerrera Jesusa Palancares y sus encuentros de ocasión

Poniatowska nos transporta a rincones asfixiados llenos de humo, risas y penas compartidas. Jesusa Palancares, la protagonista, nos agarra de la mano por tugurios donde tequila y pulque corre como ríos bajo el olor a orines y en donde las historias de vida se entrelazaban con música arrabalera.

Recuerdo a Jesusa describiendo las cantinas, con sus músicos tristes entonando canciones de amor y desamor, mientras los parroquianos ahogaban sus penas en tequila. Era un lugar donde se celebraba la vida, donde se lloraba por los amores perdidos y donde se brindaba por un futuro ¿mejor?

El pulque, bebida ancestral de los dioses. En las letras era mucho más que un simple vaso baboso como engrudo. Es símbolo de identidad, resistencia y tradición. En las pulquerías, se discutía y susurraba política, religión y amor, aunque no se entendiera muy bien lo dicho. Se cantaba, se bailaba, se reía y se lloraba. Era un espacio donde la gente del común, los reales, encontraban refugio y consuelo, sobre todo consuelo.

Hoy, las cantinas y pulquerías se ahogan, desaparecen, se esfuman. Poco a poco, olvidadas, censuradas y a veces negadas. Lo posmoderno, poco auténtico, y artificial, ha traído consigo nuevos lugares“sofisticados”. En las páginas, esos lugares siguen vivos, como un testimonio de una época en la que la vida se vivía con intensidad, donde la música y el alcohol eran el alma de la fiesta, y donde la gente se reunía para compartir sus historias y celebrar la vida.

¡Salud por las cantinas y pulquerías de México! ¡Salud! por Jesusa Palancares y todos aquellos que encontraron refugio y alegría en esos rincones llenos de vida! Brindemos por ese personaje que Elenita escuchó en la realidad, brindemos porque la realidad, se transforma en letras, cantinas y nostalgia.

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