Literatura y comida / “La Bella Italia” en “Las Batallas en el Desierto"
La Bella Italia, extinta, desaparecida. Te extrañamos. La nevería que nos endulzó la infancia y que nos hizo soñar con amores imposibles en "Las batallas en el desierto" de José Emilio Pacheco
Por: Youyi Mayora Eng
Fotos cortesía de: Google maps, Wikipedia
La Bella Italia, extinta, desaparecida. Te extrañamos. La nevería que nos endulzó la infancia y que nos hizo soñar con amores imposibles en "Las batallas en el desierto" de José Emilio Pacheco.
¿Quién no recuerda a Carlitos? El chaval precoz que suspiraba por la descarada de Mariana. ¡Era mamá Jim, su amigo gringo! Mariana, esa mujer que se movía entre el encanto de la figura materna y del complejo de Edipo del amigo de su hijo.
Qué tiempos aquellos, ¡pero si no tiene más de cuatro años! Cuando uno podía entrar a La Bella Italia y sentirse transportado a una época inocente, donde los problemas se resolvían con un helado de vainilla y un beso robado. Las mesas vintage, las sillas plateadas y la rockola que nunca dejaba de sonar, eran testigos de nuestros primeros sueños, nuestras primeras desilusiones y nuestras primeras travesuras.
Hay quien todavía recuerda las tardes de verano en La Bella Italia. Las señoritas “bien” del Renacimiento y del Anglo Español, barriéndose en clara rivalidad. Eso sí, todas coqueteando con los galanes de la esquina y todas con su helado de chocolate. Con el sol pegando fuerte en la espalda y el sudor escurriendo por la frente. Pero nada importaba, porque estaban en el paraíso de los helados. Chocolate, fresa, vainilla, pistache... ¡Había para todos los gustos! y no precisamente helados.
En "Las batallas en el desierto", La Bella Italia es más que una simple nevería. Es la redención de un Carlitos que ya era consciente de la separación de clases. Lorenzo (el hijo de la afanadora) le provoca una suerte de lástima, lo que lo hace invitarlo por un helado. Memorable gesto loable. Aunque claro, Lorenzo rechaza la invitación porque él quería una torta, simple, llana, el postre es para los vanidosos, y para los que ya saciaron su hambre
Así como la novela corta llegó a su fin La Bella Italia también se acabó. La modernidad se la llevó. Lo que duele es que la nevería ya no esté. lo que duele es que Carlitos ya no vaya. Ese Carlitos precoz que estaba enamorado de Mariana.
Pero no importa, porque La Bella Italia sigue viva en nuestra memoria, en las páginas de "Las batallas en el desierto" y en el corazón de todos los que tuvimos la suerte de disfrutar de sus helados y sus sueños.
La próxima vez que pasen por la Colonia Roma, en Orizaba 110, cierren los ojos y recuerden esos días de gloria. Y, si tienen suerte, tal vez puedan escuchar el eco de la rockola, la voz de Carlitos, el beso de Mariana y las chicas setenteras del Renacimiento y del Anglo.