La historia detrás del Orange Chicken de Panda Express
Uno de los platillos más consumidos cuando vas a la comida asiática, no es chino.

Si alguna vez entraste a un food court con hambre y poca paciencia, es probable que hayas salido con un recipiente de cartón lleno de arroz frito, fideos resbalosos y un pollo naranja que parecía más postre que comida salada. Esa mezcla pegajosa y crujiente, que millones de personas conocen como orange chicken, es hoy uno de los platillos más vendidos de la cadena Panda Express. Y, sorpresa: no es chino.
El platillo nació en 1987 en Hawái, en un local de Panda Express dentro de un centro comercial. La empresa —fundada en Pasadena, California, por Andrew Chern, migrante chino y Peggy Chern, originaria de Myanmar— quería algo que compitiera con el pollo agridulce pero con que fluyera mucho mejor con el paladar estadounidense. El encargado de inventarlo fue el chef Andy Kao, quien adaptó recetas del sur de China, les subió el azúcar, el cítrico y la fritura.

¿El resultado? Un pollo frito en trozos, cubierto con una salsa espesa de naranja, soya, ajo, azúcar y vinagre. No es tradicional ni pretende serlo, pero funciona: vende más de 100 millones de porciones al año y es la razón por la que Panda Express se convirtió en la cadena de comida asiática más grande de Estados Unidos.
El orange chicken representa algo más que un platillo famoso: es un símbolo de la cocina chino-estadounidense, una que tal vez no busca ser estricta con la tradición pero sí con el aplauso y el afecto. La misma que inventó el chop suey, el egg foo young y la galleta de la suerte. Una cocina migrante que se cocinó entre el antojo y la nostalgia por un país que se encontraba a millones de kilometros de las urbes gringas.

Hoy, aunque Panda Express tiene presencia internacional (incluyendo México), el orange chicken sigue sin ser parte de ningún menú tradicional en China y está cumpliendo 38 años desde la primera vez que fue servido a un cliente de la cadena.
Así que la próxima vez que alguien diga que no es auténtico, puedes contestarle que tampoco lo es la pizza hawaiana, y aquí seguimos.