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Lugares que ya no existen/ La boom, antro gigante que existió en el norte de la CDMX

Dos pisos de diversión y excesos. Cuatro mil metros cuadrados: luces, música, chicos bien y niñas fresas. Una de las discotecas más memorables de la década de los 90´s.
Lugares que ya no existen/ La boom, antro gigante que existió en el norte de la CDMX

Por: Youyi Mayora Eng

Fotos cortesía de: Pinterest, Revista Caras

La década de los 90´s entraña olvidos y memorias para los chavorrucos de hoy. Michael Jackson había dejado una huella profunda en toda la juventud noventera que asistió a los conciertos en el Estadio Azteca del 29 de octubre y 11 de noviembre de 1993. Por aquel entonces, los corazones latían al ritmo de un pop que había nacido de la creatividad de los 80´s. Los años venideros prometían forjarse en la sangre de una generación X que amenazaba con reventar la vida nocturna. Se necesitaba un espacio que brindara anonimato a los pecados de la noche. Con el surgimiento de un nuevo y ligero pop mexicano de la mano de Magneto, los chicos “bien” de la CDMX, se prepararía para unos años de gloria y excesos que marcarían al norte del entonces Distrito Federal.

La discoteca que estaba en El Toreo

Quizás todo aquel que tiene el privilegio de asomar alguna que otra cana y que se encuentre en el cuarto o hasta el quinto piso, alguna vez bailó en La Boom hasta el amanecer. Pero hablar de La Boom no solo es catalogarla por su fama de “antro”, término peyorativo que surge en aquella década para no coincidir con la memoria de los padres que insistían en llamarles “discos”. La Boom también era un centro de espectáculos. Todo dependía de quién rentara sus espacios. Lo mismo campeonatos de box, congresos de magia, venta de artículos navideños. La Boom era un ente de cien cabezas que se adaptaba a las necesidades de quien la invocara. 

Durante más de una década fue testigo del surgimiento de la cultura de los cadeneros que se levantaban como pilares de prepotencia ante una juventud ilusa que rogaba por superar las cadenas, cadenas que sólo limitaban la promesa de diversión hasta el amanecer. Una vez dentro, los jóvenes se perdían entre sus enormes espacios. Sus pisos, al calor de las luces, te adentraban en un laberinto de humo de cigarro, tragos, mini faldas y camisas sudadas de pelo en pecho. Pero la magia comenzó a perderse cuando aquella juventud conoció la realidad del tercer piso y del inevitable destino de alcanzar la madurez. Todo ello aunado a cambios inmobiliarios de la zona y rumores de venta de sustancias ilícitas pusieron el fin a una leyenda. La Boom, mito y realidad, nos recordará para siempre a una década marcada por la gloria del pop en español, el surgimiento de los cadeneros y un sin fin de besos, caricias y copas que son el México de hoy.

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