Lugares que ya no existen / Marrakech: “el lugar”
La Zona Rosa es, como dijo Vicente Leñero: “demasiado tímida para ser roja y demasiado atrevida para ser blanca”. En ese contraste, el Conjunto Marrakech pintó de colores a la calle de Florencia en los años 70´s y 80´s.
Por: Youyi Mayora Eng
Fotos cortesía de: La Ciudad de México en el tiempo.
¿Por qué se le llama Zona Rosa?
No sabemos con exactitud el origen del nombre “Zona Rosa” con el que se conoce a una sección de la Colonia Juárez. La versión más aceptada es la frase antes mencionada de Leñero, aunque otros se lo atribuyen a La Región Más Transparente de Carlos Fuentes, en donde se menciona que algunas casonas estaban pintadas de rosa. Nunca lo sabremos, y a veces, la incertidumbre es el fuego del encanto y de la magia. Lo que sí sabemos, es que, en los años que fueron marcados por las Olimpiadas del 68 y el Mundial del 70, la Zona Rosa era ya un sitio en donde la vida nocturna comenzó a erigirse como una tormenta de cambios que dejarían atrás el ambiente bohemio, artístico e intelectual que la había caracterizado dos décadas atrás.
Centros nocturnos de los años 70´s
El Conjunto Marrakech en la calle de Florencia marcó un obligado alfiler en el pizarrón de las leyendas a finales de los 70´s y 80´s. Vayan imaginando que en realidad eran cuatro lugares en uno: Casablanca, Madelón, Valentinos y Moroco. Un combo completo de cuatro d’s: diversión, diversidad, disfrute y destino. Ofrecía lo que el cliente pedía, lo que el cliente deseaba, lo que el cliente soñaba. Lo mismo una noche de cabaret, o unos tragos escuchando a Nelson Ned o riéndose con las ocurrencias del “Loco” Valdéz, o viendo en persona a “La carabina de Ambrosio” y por qué no, en un claro exceso, rumbeando con las bailarinas de la parte superior, o bailando hasta el ocaso de la madrugada en la sección de la discoteca. El Conjunto Marrakech era eso y unas cuantas sorpresas cada noche de la que sólo los rumores de antaño pueden aún recordar. Apenas así sería posible entender las razones de su apodo “El Lugar”, porque en realidad era eso, lo era todo, lo era siempre.
En la actualidad la Zona Rosa se sumerge en una falta de identidad o en un proceso mutante que la ha convertido en algo que el capitalino ya no entiende. Creo que ahora podríamos hablar de muchas zonas rosas, la de la comunidad coreana que nos ofrece lo mejor de su cocina, la de la comunidad LGBT+ que coexiste y resiste, y la de un recuerdo y nostalgia de un pasado glorioso que aún, entre suspiros, nos remonta a una nueva versión de la frase de Leñero, dibujando escenas demasiado tímidas para ser rojas y aromas demasiado atrevidos para ser blancos.