Guía tras el rastro de Juan Gabriel por Ciudad Juárez
Hubo un tiempo en que Alberto Aguilera caminaba sin nombre, buscando un escenario que lo escuchara. Lo encontró y lo llenó de luces.
Desde entonces, Juan Gabriel se convirtió en el eco de todas las emociones que no sabíamos decir. Cantó con el cuerpo, con la mirada, con la memoria.
Su voz cruzó generaciones, idiomas y fronteras, pero nunca dejó de ser cercana. Era espectáculo y ternura, exceso y verdad. Juan Gabriel fue muchas vidas en una sola: la del niño que soñaba, la del artista que desbordaba, la del hombre que, incluso después de irse, sigue regresando cada vez que alguien canta “Querida”.
Noa Noa
Av. Juárez 290
En 1966, con 16 años, Adán Luna logró burlar la seguridad del lugar para debutar cantando una de Manzanero. La anécdota no tendría mayor importancia si Adán Luna no hubiera sido el primer nombre artístico de Juan Gabriel. El Noa Noa se incendió en 2004. Hoy es un estacionamiento.

La Casa de Juan Gabriel
Av. Lerdo 356
Cuando llegaron de Michoacán, su mamá fue empleada doméstica en esta casa. Años después, él se la regaló. Las puertas se abren al público en fechas especiales y la ausencia del Divo no deja de regarse por los espacios.

Burritos El Centenario
Av. 16 de Septiembre s/n
De tortilla de harina y guisados, como lo marca el manual en Ciudad Juárez. Se dice que Juanga llegó a pedir hasta 80 burritos en esta localito que aún hoy sigue sirviendo a la sociedad juarense.

Shangri-La
Av. de Las Américas 133
Fue uno de sus restaurantes favoritos. Pedía fideo de arroz con verduras y otros platillos con vegetales: recordemos que era vegetariano (aunque algunas personas dicen que se daba sus licencias carnívoras de vez en cuando). No era lujoso, era íntimo: aquí no era el Divo, era Alberto Aguilera.
















































