Guía de lugares icónicos en CDMX/ El Moro, churros que pasan de generación en generación
A veces a mis papás se les antojaban los churros de El Moro. Cuando llegábamos me contaban que solían ir con sus padres y yo no entendía la devoción que le tenían al lugar.
Por Jajo Crespo / Fotos: Facebook El Moro
No me hacía sentido viajar desde el Estado de México hasta el Centro Histórico de la CDMX solo para comer churros. Terminé de entenderlo muchos años después, cuando mis padres se fueron a vivir lejos y un día me descubrí con un antojo genuino de churros El Moro. Lo que se pone en juego cuando uno va al Moro es el recuerdo, la tradición, el poder decirle a tu acompañante “aquí venía con mi papá, y cuando mi papá era chico, él venía con mi abuelo”.
Esta historia, aunque mía, sé que será similar a la de muchas otras personas del centro del país. El Moro debe tener una firma en la memoria de mucha gente, por su tradición, por su expansión y por sus casi 90 años de vida.
El Moro es creación de Francisco Iriarte, un español que llegó a México hacia 1933 y dos años después empezó a vender churros en un carrito. Su negocio tuvo una motivación dual: ser embajador de la cocina de su país y aliviar su propia nostalgia. Aunque le hizo un par de modificaciones a la “forma” del churro, pues, en la península ibérica no se les agrega azúcar y se les suele “chopear” en un espeso chocolate amargo.
A pesar de las pequeñas modificaciones como añadir azúcar y evitar el chocolate (tal vez lo hizo por practicidad, pues recordemos que el negocio empezó en un carrito), Francisco Iriarte respetó el nombre. En su natal Elizondo le decían El Moro a un churrero famoso que vendía durante las fiestas del pueblo.
La primera sucursal del Moro fue la del local número 42 en la antigua calle San Juan de Letrán (ahora Eje Central). Ahí fue donde Francisco cosechó su fama que, para él duró poco, pues falleció en 1940. Después de su muerte, tres de sus hermanos (José, Ignacio y Santiago) vinieron a México a hacerse cargo del negocio y la historia apunta a que lo hicieron bien: El Moro se volvió un punto icónico en la Ciudad de México y, poco a poco, comenzó a soltar esporas que se convirtieron en sucursales.
En El Moro de Eje Central le han pegado una mordida a un churro personajes como Margarito, Cantinflas, Resortes, María Victoria, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Dolores Olmedo, etc. Hace no mucho se hizo noticia que el antiguo canciller mexicano Marcelo Ebrard tuvo una reunión de seguridad en la matriz del Moro, y nadie podría culparlo, bien se dice que las penas con churros son menos, o algo así.