Lugares icónicos CDMX / El bar del Sanborn’s
¡El bar del Sanborns! Ese oasis de cafés sin fondo, molletes planchados, o ¿qué tal su club sandwich triangular que alguna vez fuera el epicentro de la “sofisticación” chilanga? ¿Recuerdas aquellos tiempos en que ir al Sanborns era sinónimo de estatus y buen gusto? La verdad, yo no, no estoy tan viejo, me han contado
Por: Youyi
Fotos cortesía de: Redes sociales Sanborn´s
Recuerdo las tardes en el Sanborns de los Azulejos, atascadas de gente con sus techos altos, sus vitrales de colores y su ambiente de glamour decadente. Las señoras con sus peinados de guacamaya, en sus comidas llenas de cotilleo, devorándose a la que no había ido. Y las meseras, que ni se diga, matronas, de carácter moldeado por la tarea de atender a cientos de personas al día.
En el bar el ambiente era o es aún más decadente. Con esa iluminación a media luz que recuerda la prohibición del alcohol en el Chicago de los años 20´s. A oscuras, en la clandestinidad, con allure de secreto prohibido de telenovela del Canal de las Estrellas. Porque en los ochentas y noventas el señor de traje arrugado se llevaba a su amante, la que dejaba manchada la servilleta con su labial rojizo. Y todavía, sólo que ahora los infieles aprovechan la hora feliz con los cacahuates enchilados para que la sed (de besos ajenos) aumente.
Pareciera que el bar del Sanborn’s nunca fue un lugar de verdadera diversión. Era más bien un escenario para esconderse, para deprimirse, para ser confesado con los meseros de chaqueta roja arrugada, siempre flacos . ¡Y la música! De teclado triste y artificial, de cantante desafinado y deprimido. Canciones de José José para bajar aún más a las profundidades de la miseria. Los tragos, recuerdo, tenían fama de caros y mal servidos, pero en una Ciudad de México que ha avanzado a ser una de las más caras del mundo, un movimiento revalorizador del Sanborn’s ha surgido a punta de tik toks y reels de instagram.
A pesar de todo, el bar del Sanborns tenía su encanto. Era un lugar donde uno podía sentirse parte de algo, aunque fuera una ilusión. Un refugio para los nostálgicos, para los que añoraban un pasado que jamás regresará. Porque los amantes son de un rato, de una temporada, de ocasión, por turno de salchichonería, luego al basurero, cada quien se arregla en el baño y vámonos, hasta nunca.
Hoy el bar del Sanborns sigue ahí y aún conserva ese aire de decadencia y nostalgia que lo hace tan especial.
La próxima vez que pases por un Sanborns, no dudes en entrar al bar, con suerte a la hora feliz. Quién sabe, tal vez te encuentres con algún fantasma del pasado, o tal vez simplemente se rían de la ironía de estar en un lugar que alguna vez fue considerado el culmen de la sofisticación. Y si se fijan bien, verán el traje arrugado, la amante en turno, y el amor, como los tragos, al 2X1.
¿A qué hora es la hora feliz en el bar del Sanborn's?
Va variando por sucursal pero como si de los ochentas se tratara, marca a la tienda y pregunta: aquí todavía se levanta un teléfono fijo para atender a los clientes.