Trampas para turistas / Los canarios que ven el futuro
Esta no es una estafa en estricto sentido. Más bien se trata de una bella tradición que te puede agarrar en curva.
Por Jajo Crespo
Tenía 16 años y el dinero justo para invitarle a mi cita un elote y volver a casa. Tenía, también, la mañana libre porque me había saltado las clases en el CCH. El plan parecía ir de perlas y yo creía que, por fin, me iría a casa con un beso. Hasta que llegó el canario clarividente. El señor se nos puso en frente y, sin decir “agua va”, un pequeño canario amarillo nos entregó a cada uno un papelito. El mío decía algo de “abundancia futura”, pero yo no tenía tiempo para el futuro, necesitaba la abundancia en ese preciso instante. La necesitaba justo cuando escuché al señor decir “son 140 pesos, joven”.
Metí la mano a mi bolsa, sentí el dinero en mi bolsa y no supe cómo preguntarle al pajarero si, de casualidad, no buscaba contratar a alguien más para sacar los papelitos. Digo, el canario había “ganado” casi dos salarios mínimos (de aquel entonces) en menos de dos minutos. En ese entonces me dio coraje. Yo era un chamaco paseando en Chapultepec y como tal me chamaquearon. Es una lástima que en el proceso se haya manchado una tradición tan arraigada.
Los pajareros son paladines de una antigua tradición. El oficio se remonta a las ferias patronales de mediados del siglo pasado y, desde entonces, hemos podido disfrutar del provenir desde el pico de un canario. Usualmente se trata de un oficio familiar: los padres le enseñan a los hijos que, a su vez, le enseñan a sus hijos. Los criaderos también son familiares: a los canarios se les enseña desde muy pequeños, incluso antes de que terminen de emplumar.
Para que no te agarren en curva, como a mí, si quieres vivir la experiencia, pregunta primero cuánto cuesta “la tirada”. Yo, al final, me quedé sin beso, sin elote, reprobado y, encima, le tuve que pedir a mi cita que me prestara para el camión de regreso.
