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Lugares que ya no existen CDMX/ Restaurante Mauna Loa San Jerónimo, comida de la Polinesia con espectáculos dancísticos a tu mesa

Restaurante inolvidable y entrañable, amplísimo, riquísimo, extravagante y muy original que murió en 2002.

 

Lugares que ya no existen CDMX/ Restaurante Mauna Loa San Jerónimo, comida de la Polinesia con espectáculos dancísticos a tu mesa

Por Alejandro Pohlenz

En los años 70 yo era un adolescente y mis papás me llevaron por primera vez a un lugar insólito en la calle de San Jerónimo. Aunque fui a Hawaii hasta 1981 y no tenía referencias, el interior del inmenso local con techo de palma de dos aguas, una cascada y pistas de baile entre las mesas, me dejó babeando.

Mi problema de retención salival se incrementó al apagarse las luces. Tres jóvenes bailarinas, con falditas de paja y tops, salían a bailar moviendo las caderas como diosas de la Polinesia (creo que hasta perdí el apetito). Obviamente, no recuerdo la comida, aunque en ese entonces era bastante remilgoso. Además, muchos críticos calificaban los platillos del Mauna Loa como “pseudo polinesios”.

Los Martinis del Mauna Loa

El impecable devenir del tiempo sucedió. Trabajando en Televisa, iba frecuentemente con mi jefe acompañado de su séquito al Mauna Loa: la comida seguía siendo realmente buena, pero lo más perfecto eran los Martinis (claro, después de la comida, difícilmente éramos capaces de retornar a la oficina: las ideas se transformaban en bruma).

El Mauna Loa nació en 1950 en la Zona Rosa (no recuerdo ese local, porque no había nacido). Su entrada era una “A” gigante y tenía, dicen, un estanque con flamencos color rosita. Desde entonces ya se presentaban esos fascinantes movimientos de cadera del hawaiano.

La migración a San Jerónimo

En 1966 un incendio pulverizó al Mauna Loa de la Zona Rosa, por lo que tuvo que emigrar al sur de la ciudad, a la calle de San Jerónimo, en la parte de atrás de un centro comercial. Ahora recuerdo que también había un tótem en el interior y que las bailarinas interpretaban danzas tahitianas. (Lo mejor era pedir una mesa junto a una de las pistas).

Ir al Mauna Loa (amén de los Martinis y las caderas) era un auténtico “happening”. No recuerdo que jamás nos hayan atendido mal o con desdén, que haya estado mala la comida o que haya tardado demasiado. Como puedes adivinar, le tengo mucho cariño a este reducto hawaiano en medio de la ruidosa y polucionada capital.

Murió en 2002. No queda claro por qué.

Avenida San Jerónimo 240.

Cerrado permanentemente.

 

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